- Obra: Iglesia de Santa Inés
- Autores: Girolamo Rainaldi, Borromini, Carlo Rainaldi
- Cronología: 1652-1668
- Estilo: Barroco
- Ubicación: Roma
CONTEXTO HISTÓRICO
La iglesia de Santa Inés en la
Plaza Navona es una de las más interesantes de la Roma barroca, y en la larga y
compleja historia de su edificación se pueden ver las huellas de algunos de los
más sobresalientes arquitectos barrocos con sus diferentes maneras de entender
el arte del momento.
A partir del primer cuarto del
siglo XVII y hasta 1680 aproximadamente, la Ciudad Eterna conoció el esplendor
del desarrollo del estilo Barroco pleno bajo los pontificados de papas
procedentes de nobles familias de mecenas, especialmente los Barberini, los Pamphili
y los Chigi.
Concretamente, durante el
pontificado de Inocencio X (1645-1655), de nombre secular Giovanni Battista
Pamphili, la ciudad de Roma continuó su programa de renovación urbanística y
artística alrededor de Francesco Castelli, conocido como Borromini. Por
entonces, su nombre aparecía ligado en las guías de Roma a adjetivos como “estrafalario”
(Filippo Titi, 1674) o directamente había quien le tildaba de “supremo
ignorante, corrupto de la arquitectura, vergüenza de nuestro siglo” (Bellori,
1696). Sin embargo, lo indiscutible de su calidad técnica y de la originalidad de
sus postulados es reconocida por su coetáneo Guarino Guarini, y hoy reconocemos
en sus grandes obras un genio inaudito, que bebe de la arquitectura antigua, de
la obra de Miguel Ángel y de la tradición constructiva gótica marcando la
arquitectura del siglo XVII con una impronta de dinámica creatividad
inigualable.
Una de las obras en las que se
evidencia las diferencias estilísticas con respecto a sus contemporáneos en la misma poética es
precisamente la iglesia de Santa Inés en la Plaza Navona. El proyecto original de
esta iglesia había sido encargado en 1652 a Girolamo Rainaldi, que contaba con
la ayuda de su hijo Carlo y que había restaurado el palacio de los Pamphili,
que se encontraba justo al lado. Pero en 1653 Borromini recibió el encargo de
introducir ciertos cambios en la construcción, y a la muerte del papa, Carlo
Rainaldi terminaría la iglesia.
ANÁLISIS FORMAL
Cuando Santa Inés estaba en fase de
cimentación, Borromini asume la obra, y aunque se ve obligado a respetar lo ya construido,
consigue dinamizar el espacio, ampliando la planta en sentido transversal (no
podía haberlo hecho de otro modo: por un lado tenía la Piazza Navona y por otro
la propia calle paralela a la plaza) y configurándola como un espacio
centralizado con forma asimilable a una cruz griega. Pero su gran aportación es
visible en la fachada barroca, abierta a la plaza y replanteada según una forma
cóncava que integra la cúpula.
En el interior, mantiene la
propuesta de columnas de mármol veteado, que crean juegos cromáticos que se
adecúan a la línea estética marcada por el papa Inocencio. Bajo la dirección de
Borromini se modifica también la zona de los machones, que se resuelven con un
corte en diagonal que potencia fuertemente el entablamento quebrado en el
perímetro de la construcción.
Se emplean además los órdenes
arquitectónicos, algo que no siempre respeta Borromini en sus obras, pero emplea una cornisa
muy volada y fuertemente quebrada, que configura el espacio siguiendo una forma
octogonal que definen las pechinas en relación con el espacio inferior. Además,
estas pechinas sirven también para ganar altura, de modo que la cúpula se
convierta en el referente volumétrico de la Piazza Navona.
El gran arco del altar mayor en su
eje longitudinal toca el tambor de la cúpula, potenciando el espacio litúrgico
que conduce a la capilla mayor, cuyo despliegue cromático (así como el
complemento escultórico) pertenece a la fase en la que trabaja Carlo Rainaldi.
El hijo de Girolamo se hace cargo
de la obra de 1657 a 1666, dirigiendo la terminación de la fachada y los interiores, así como la decoración del tambor y el intradós de
la cúpula.
Como decíamos, la huella de
Borromini es más palpable precisamente la fachada, que difiere del proyecto de Rinaldi
padre en la que la cúpula quedaba encasillada en una propuesta que emulaba la
fachada realizada unas décadas antes por Maderno para la Basílica de San Pedro.
En la fachada del suizo se aprecian sus característicos juegos de volúmenes,
concavidades y convexidades; sin embargo, Borromini renuncia en 1657 (había
abandonado la dirección de facto tras
la muerte de Inocencio X, en 1655) y por entonces la fachada llegaba al nivel
del entablamento.
Por supuesto, al tomar Rainaldi las
riendas del proyecto, hubo de respetar la curvatura en la fachada, pero redujo
los áticos e impulsó la altura de las torres con un segundo cuerpo, asimilando
las recetas borrominescas de las columnas con ángulos. Su impronta se deja ver
en la decoración, que lleva a una línea más moderadamente clásica, con motivos de estrellas y guirnaldas vegetales, con un
frontón sin quiebros y la inclusión en los capiteles de los pilares, como un
guiño a los promotores, el símbolo de la familia Pamphili: la paloma.
El propio Bernini tendrá su espacio
en la tortuosa historia de la construcción de este singular templo a la muerte
de Camilo Pamphili, sobrino del papa Inocencio X: la viuda de Camilo le encarga
construir la entrada principal antes de que Rainaldi sea nuevamente nombrado
responsable de las obras.
En el interior, son numerosos los
elementos decorativos que propician la atmósfera genuinamente barroca, con especial atención a los magníficos relieves de las distintas capillas debidos a Giovanni Battista Maini, Domenico Guidi, Antonio Raggi y Ercole
Ferrata.
Mención aparte merece la ornamentación interna de la cúpula, con frescos de Ciro Ferri y Sebastiano Corbelli, en la que se representa la entrada gloriosa de la virgen romana santa Inés en el cielo tras su martirio a temprana edad durante la persecución del emperador Diocleciano en el siglo IV, cuyas reliquias custodia el templo en una capilla.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
En un primer momento, los Rainaldi habían
planeado una iglesia de planta central con un amplio espacio cupulado, casi
simétrico en sus ejes transversal y longitudinal. Borromini no destierra esta
idea, que supone una continuación con el concepto secular de mausoleo: el
sentido de esto es que desde un comienzo se planeó que los cuerpos de los
miembros de la familia Pamphili fueran enterrados allí.
Por otra parte, la idea
de Borromini para la ejecución de la fachada no se limita a una expresividad particular
que trasciende la moderación de otros arquitectos barrocos, sino que mediante
la concavidad de la fachada en las calles yuxtapuestas a la entrada consigue
que el arranque de la cúpula esté más próximo al espectador y por lo tanto
parezca más cercana de lo que en realidad está. A ello contrapone además las
escaleras convexas, rompiendo con el carácter plano del proyecto original de
los Rainaldi.
De este modo, la cúpula se
convierte en un referente visual en la propia Plaza Navona, que reproduce la
forma del teatro de Domiciano y en la cual existía ya previamente otra pequeña
iglesia en el mismo emplazamiento. Santa Inés consigue así llamar la atención desde
cualquier punto de la plaza, pues sus estudiadas dimensiones propician que al
espacio horizontal vacío de la plaza se contraponga el volumen vertical de la cúpula.
Como en toda obra de esta magnitud, no se trata solamente de una exaltación de
la titular de la iglesia o de la propia religión, sino un símbolo del
poder de la familia promotora.
CURIOSIDADES
- Existe el mito de que Bernini esculpió en la Fuente de los Cuatro Ríos que centra la Plaza Navona una de las figuras cubriendo sus ojos, como espantada ante la visión de la fachada diseñada por su rival Borromini. Sin embargo, la fuente de Bernini es anterior a la fachada.
- El nombre de la iglesia (en italiano Sant’Agnese in Agone) se suele traducir como “Santa Inés en Agonía”, pero esto no es correcto: la plaza se llamaba “piazza in agone” refiriéndose a su forma de estadio para carreras, y mudó a “Navona”; de hecho, en italiano se diría “agonia”.
- BÉRCHEZ, Joaquín y GÓMEZ-FERRER, Mercedes: Arte del Barroco. Madrid, 1998.
- BLUNT, Anthony: Borromini. Madrid, 2005
- BOTTINEAU, Yves: El arte Barroco. Madrid, 1990.
- EIMER, Gerhard: La Fabbrica di S. Agnese in Navona. Estocolmo, 1971.
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