COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE SAN CARLO ALLE QUATTRO FONTANE
FICHA TÉCNICA
- Obra: San Carlo alle Quattro Fontane.
- Autor: Francesco Borromini.
- Cronología: 1638-1641.
- Estilo: Barroco.
- Material: Piedra
- Ubicación: Roma (Italia).
CONTEXTO
HISTÓRICO
La transformación del último Manierismo al Barroco
se operó en Roma hacia finales del siglo XVI. Será en esta fase bisagra, más
concretamente con la última etapa de Miguel Ángel como arquitecto y con una
buena nómina de sus discípulos (especialmente los vinculados a los nuevos
espacios y formas de San Pedro y el Gesú), cuando se sienten las bases de toda
esa arquitectura que tendrá su desarrollo a lo largo del siglo XVII.
Hacia 1600, Roma pasó a ser el centro principal del
Barroco, del mismo modo que lo fuera del Alto Renacimiento un siglo antes;
atrayendo a artistas de otras regiones y encomendándoles nuevas y difíciles
tareas. El Papado asumió el papel de protector del arte, al igual que mostró un
férreo deseo por transformar a la ciudad de Roma en la más bella ciudad del mundo
cristiano, “para mayor gloria de Dios y de la Iglesia”. Uno de los principales
protagonistas en esta magna opera
urbanística es el papa Sixto V (1521-1590). Su plan de expansión desarrollado
entre 1585-1590 se basó en la construcción de vías rectilíneas que permitían
conectar las principales siete basílicas cristianas, localizándose algunas en
las áreas periféricas de la ciudad. La pretensión de Sixto V fue la de dotar de
una nueva imagen a la urbe, rompiendo con el antiguo y tortuoso entramado de la
ciudad medieval; promover la expansión edilicia fuera del superpoblado meandro
del Tíber y, por último, estimular indirectamente nuevas actividades económicas
en torno a los nuevos ejes.
Sin ahondar más en esta extensísima cuestión que
daría para otro comentario aislado, terminamos haciendo mención al porqué de
abordar todo este planteamiento urbanístico. Su importancia radica en el hecho
de que será en este contexto cuando se dé forma a la
zona en la que se ubica la
iglesia monástica de San Carlo alle Quattro Fontane, protagonista de nuestro
comentario.
Fue en mayo de 1609 cuando los Trinitarios
Descalzos llegaron a Roma para fundar un nuevo convento. De manera provisional,
se instalaron en el convento de los Padres Calzados de Santa Francesca. Sin
embargo, pronto se trasladaron a una pequeña casa que alquilaron en la antigua
vía Felice. Finalmente, en 1611 y tras muchas dificultades, adquirieron una
casa en la esquina del cruce de las Quattro Fontane (delimitado por cuatro
fuentes públicas). Posteriormente, y debido al espacio reducido de esa primera
residencia, la comunidad trinitaria adquirió dos terrenos contiguos. De la suma
de las tres parcelas resultó el terreno final sobre el que Borromini levantó
una de las grandes obras del Barroco romano, San Carlo alle Quattro Fontane.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Con la Iglesia de San Carlo queda formulada, en
gran medida, lo que va a ser la concepción arquitectónica de Borromini. El
conjunto, proyectado entre 1638-1641, está constituido por varios cuerpos
funcional y constructivamente diferenciados: la iglesia, el claustro, la cripta
y el cuarto del dormitorio junto al jardín de naranjos, organizados a partir de
una trama geométrica que estructura todo el complejo.
Las obras darían comienzo con la construcción del
claustro, de dimensiones reducidas y donde se aprecia de manera evidente lo
proclive que era Borromini a transgredir la norma. La manera en la que lo
ejecuta es novedosa, achaflanando los ángulos, lo que le otorga al conjunto una
plasticidad muy notoria. De este modo, prescinde de la planta rectangular que
suelen presentar estos espacios y apuesta por el octógono. Merece especial
atención la manera en la que se articula el primer cuerpo del claustro.
Borromini recurre al esquema de vano serliano en las arcadas, con pares de
columnas muy austeras, de fuste liso y de reminiscencia toscana. Esta
austeridad de la que hablamos se hace palpable en el conjunto general de la
obra, muy en relación con la ortodoxia propia de las órdenes de tipo mendicante
como lo es la Orden de los Trinitarios Descalzos.
Atendiendo a la planta, forma un ovalo comprimido
que sugiere una planta de cruz griega distendida y semidisuelta, con una
plasticidad asombrosa, casi como si estuviera realizada con materiales blandos
y elásticos. En los laterales incluye dos capillas de escasa profundidad y dos
espacios semicilíndricos en los dos extremos del eje mayor del óvalo, uno para
el altar mayor y otro, simétrico a este, desde donde se produce el acceso al
templo. Recurre a una forma
basada en un complejo proceso de experimentación geométrica mediante elipses en
intersección, que se van disolviendo las unas a las otras. En resumidas
cuentas, nos encontramos ante una composición curvilínea sin cesura, un
caprichoso juego de concavidades y convexidades, que crea un todo continuado y
unitario, tendente a la infinitud.
En gran medida, un posible precedente o
arquitectura referente para Borromini, en cuanto al planteamiento espacial, sea
la capilla de los Sforza de la Iglesia de Santa Maria Maggiore en Roma, obra de
Miguel Ángel. Para la construcción de dicha capilla, el maestro desdobla los
elementos verticales, descomponiendo el espacio. Incorpora los cuerpos
laterales al espacio central a través de un giro, intencionadamente marcado,
del eje de las columnas que los flanquean. El contrafuerte se revuelve
diagonalmente, transmitiendo al conjunto una fuerza centrífuga. Esta
composición dará lugar a un espacio unificado, cuyas partes no se reconocen de
forma independiente como se hacía habitualmente en el renacimiento. Por su
parte, Borromini, reinterpreta el gesto de Miguel Ángel. Las pilastras-columnas
se abren completamente en planta generando una forma continua.
Pilastras-columnas que, por otro lado, presentan un orden gigante de tradición
palladiana. Asimismo, se aíslan ligeramente del paramento, articulando entre
sus distintas posiciones una curva continua que discurre tras ellas, haciendo
fluir el muro de una manera completamente nueva.
El planteamiento geométrico del inmueble se basa en
dos pares de triángulos equiláteros que se unen para crear un rombo, y que
entrelazados, componen una estrella de David. Esta estrella tan particular
alude, como su propio nombre indica, al rey israelita David, personaje de suma
importancia en la tradición cristiana, puesto que de su linaje nacería la
Virgen María, y de ella, Cristo. Dicha forma permite dibujar fácilmente,
apoyados en sus vértices, una forma ovalada simple. Esta sería sin duda la base
para la novedosa cúpula elipsoidal y el sinuoso tambor de soporte. La cúpula se
nos presenta decorada mediante una serie de formas geométricas, que generan
entre motivo y motivo ornamental, una cruz (referencia a la cruz de Cristo y a
la propia orden Trinitaria). La transición hacia la cúpula se lleva a cabo por
medio de semicasquetes esféricos casetonados que rematan los elementos
cilíndricos verticales y soportan el grueso entablamento.
La construcción de la fachada se inició en 1665,
obra que Borromini no vería concluida, pues en 1667 el gran arquitecto decidió
poner fin a su vida. A su muerte, el cuerpo inferior se había finalizado y el
superior acababa de comenzarse, aún sin decoración escultórica.
La fachada se compone de dos cuerpos superpuestos,
organizados por medio de columnas corintias, y notablemente diferenciados por
una prominente cornisa ondulante que recorre todo el conjunto. El ático se
coronada con un gran medallón. La fachada trata de reproducir los juegos de concavidad
y convexidad que se sucedían en planta, es decir, hay una correspondencia entre
el dinamismo del espacio interior y la fachada. Estos movimientos ondulantes
generan en sí mismos unos juegos de entrantes y salientes que a su vez,
ocasionan unos efectos de luces y sombras tan personalísimos del ideario
barroco.
BIBLIOGRÁFICA Y WEBGRAFÍA
FERNANDEZ, Patricia: “El estatuto de la forma en la
arquitectura de Borromini. Barroco, tragedia y
desmesura”, En Blanco, Nº 27, 2019.
pp. 120-133.
GARCIA, Federico: “Francesco Borromini (1599-1667)
y la geometría”, Anales, Nº 4.
Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel
GRAU, Marta: “La construcción del convento de San
Carlino alle Quattro Fontane: algunas
notas sobre la
historia y génesis
de la fábrica borrominiana”, EGA: revista de
expresión gráfica arquitectónica, vol. 22, Nº 30, 2017. pp. 130-139.
HARTT, Frederick: Arte: historia de la pintura, escultura y arquitectura. Madrid,
1989.
JANSON, H. W.; JANSON, Anthony F., ed. lit.: “Renacimiento
y Barroco”, Historia general del arte.
Madrid, 1999.
SAN CARLO ALLE QUATTRO FONTANE: sancarlino.eu/index1.asp (Consulta: 28/03/2020).
GALERÍA DE IMÁGENES
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Detalle de la zona inferior de la fachada |
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Detalle de la zona superior de la fachada |
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Interior |
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Detalle de la cúpula |
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Planta |
Jesús López
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