COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA DEMENCIA DE DOÑA JUANA DE CASTILLA

FICHA TÉCNICA
- Título: Demencia
de Doña Juana de Castilla.
- Autor: Lorenzo
Vallés (1831-1910).
- Fecha: 1866.
- Estilo: Pintura
histórica española.
- Técnica: Óleo.
- Soporte: Lienzo.
- Dimensión: 2,38
m (alto) y 3,13 m (ancho).
- Ubicación: Museo del Prado (Madrid) (sala 061)
CONTEXTO
HISTÓRICO
Lorenzo
Vallés (Madrid, 1831-Roma, 1910). Discípulo de Francisco
Cerdá y alumno de la Real Academia de San Fernando (Madrid). Viajó a Roma
pensionado por el Duque de Sesto. Desde Roma manda algunas obras a las
Exposiciones Nacionales de BBAA, pero la más importante y obteniendo una 2ª
medalla en 1866, es esta, “Demencia de
Doña Juana de Castilla”, fue bien recibida por la crítica nacional e
internacional.
ANÁLISIS
ICONOGRÁFICO Y FORMAL
La escena se da en una
alcoba con suelo de madera, y con presencia de 5 personas.
Al fondo nos encontramos con paredes desdibujadas, difícilmente se ve la decoración, pero sí vemos la tonalidad ocre, que predominará durante toda la obra. Tenemos una cama con dosel de madera y cortinas en blanco roto con rayas doradas. La columna del dosel es salomónica y su capitel corintio pero no muy decorado. Las cortinas caen en el suelo y están en forma de acordeón, levemente recogidas en la parte izquierda del espectador, la de la parte derecha nos da sensación de teatralidad.
Detrás de las cortinas está Felipe, Duque de Borgoña y conocido como “El Hermoso”. Está muerto sobre una cama con catafalco de madera y que en los laterales tiene escudos de armas. El autor consigue realismo en el trabajo y tallado de la madera a través de la propia pintura.
Al fondo nos encontramos con paredes desdibujadas, difícilmente se ve la decoración, pero sí vemos la tonalidad ocre, que predominará durante toda la obra. Tenemos una cama con dosel de madera y cortinas en blanco roto con rayas doradas. La columna del dosel es salomónica y su capitel corintio pero no muy decorado. Las cortinas caen en el suelo y están en forma de acordeón, levemente recogidas en la parte izquierda del espectador, la de la parte derecha nos da sensación de teatralidad.
Detrás de las cortinas está Felipe, Duque de Borgoña y conocido como “El Hermoso”. Está muerto sobre una cama con catafalco de madera y que en los laterales tiene escudos de armas. El autor consigue realismo en el trabajo y tallado de la madera a través de la propia pintura.
Sobre almohadones
negros, está el cuerpo inerte de Felipe, ataviado con ropas carmesí y con
camisa blanca bajo ellas, las manos se pueden ver levemente y están sobre su
pecho una encima de la otra. El rostro, pintado a la perfección a pesar de la
profundidad en la que está, aparece pálido por el estado del cuerpo. Sobre su
cabeza, lleva una especie de diadema también carmesí coronada por un broche lateral,
acorde a su dignidad y riqueza.
El suelo, cubierto por
una gran alfombra que en el centro tiene algún pliegue, ocupando gran parte de
la estancia, su decoración está esbozada a base de cenefas y con colores verdes
y rojizos. Sobre ella hay flores que parecen frescas, pero despedazadas, tienen
mucho color contrastando así con la tonalidad de la obra. Entre esas flores hay
un clavel blanco que está en un plano más cerca, cada flor cuenta con un
significado, y el de esta es amor puro y
sincero, teniendo esto una unión con la temática de la obra muy importante.
Probablemente el autor hubiera puesto el clavel sin más pero esa relación que
guarda el significado de la flor con la temática de esta obra, está resuelto de
forma ingeniosa.
Los personajes; el de amarillo, el más joven, es un
noble, aparece con armadura en su tronco, viste con tela rica y decorada, lleva
unas medias azules dando así un toque de color. La manga del traje es
abullonada, bajo su ropaje, tiene una camisa blanca que sobresale en cuello y
puño con la tela fruncida. Amarrada a su cuello, una capa marrón que recae por
su hombro. En su mano lleva un gorro que parece que se lo ha quitado como signo
de respeto a su reina. Mira con preocupación y pena a la reina castellana por
la actitud que tiene.
El
eclesiástico, de avanzada edad. Aparece algo
encorvado incluso se apoya con su mano izquierda en el respaldo de la silla de
la reina. Lleva hábito carmesí, donde se observa levemente el detalle de los
encajes de las mangas, sobre su pecho, una cruz trebolada de oro. Cabeza
cubierta por solideo negro. Preocupado, se lleva la mano derecha al pecho.
Aparece dialogante, inclinado hacia delante como si quisiera decirle algo a
Juana, su mirada está fijada en ella.
Segundo
noble, está de perfil al espectador, poco veremos de su
vestimenta, solo un rico abrigo, con mangas abullonadas en verde, la manga
negra de la prenda interior y sobresaliendo el puño fruncido de la camisa
blanca. Sobre el abrigo, un cuello de pelos en marrón. Podría tener una edad
avanzada que se observa en su alopecia y en algunos pelos canosos. Está
arrodillado ante Juana, en gesto como de súplica extendiendo su mano derecha,
con movimiento de los dedos que están muy bien trabajados, al igual que la
flexión del pie al estar arrodillado, tiene el ceño como fruncido, intentando
que la reina entre en razón.
El autor trabaja de
forma resuelta y vigorosa las texturas de las telas, así como caídas, pliegues
y colores de las mismas. Minucioso en los detalles. Muy buen trabajo también en
la armadura del primer noble, dándole con el color y reflejos un mayor
realismo.
La
gran protagonista, Juana I de Castilla. Está en el centro,
siendo el punto central para el espectador. Detrás de ella, una silla regia de
madera, tapizada y acabada en cada lateral del respaldo con un elemento
ornamental. Tapicería a base de cenefas, mientras que el respaldo tiene el
escudo de armas de la reina. Cuenta con colores como mostaza, verde oliva, pero
destaca el rojo y blanco del escudo.
Viste ricos ropajes, de
terciopelo negro, tiene algo de cola el vestido, está rodeado casi al completo
por un ribete de forma trenzada en dorado. La falda en color crema, tiene
caída, por la forma de trabajar la vestimenta da la sensación de que es una
tela pesada. Cintura ajustada por un gran rosario de madera, que aunque Juana
no era devota, seguramente en estos momentos se aferrara a Dios. Debajo lleva
una radiante camisa blanca algo abullonada, ajustada en cuello y puños, algo
fruncidos ambos.
En su cabeza, un tocado
de la misma tela del vestido, pero que es independiente, tiene forro dorado. La actitud de Juana, como centinela de
Felipe, lo vigila como si en vez muerto estuviera descansando y ella fuera
la responsable de ese descanso. Mira hacia el lado izquierdo del espectador, a
donde están los otros personajes, su mirada es fija hacia ellos. Los pelos
alborotados, no propio de una reina, pero seguramente lo que menos le importaba
a Juana ahora era mantener la apariencia física.
Luminosidad en rostro
como en manos, sobre todo en la parte izquierda como si la luz entrara por
alguna ventana. Juana con su mano derecha hace un gesto como parando a los
nobles para que callaran, mientras que con la mano izquierda se lleva el dedo
índice a la boca solicitando silencio para el “descanso” de Felipe. Las manos de Juana se traducen en
delicadeza y suavidad, con un trabajo minucioso.
Lorenzo Vallés nos muestra a una reina bella, de joven edad y ausente de la realidad. La
pincelada en algunas ocasiones está desdibujada como en el
fondo de la obra, pero en otras es detallista y realista, como en los
personajes, en sus rostros, donde se evidencia la edad de cada uno. Con gama cromática apagada,
predominan los ocres, rojizos, negros, amarillos apagados y verdes; blanco como
punto de luz en la obra.
Composición en aspa, el punto central es Juana, su mano y el escudo de armas, mientras que los tres personajes dirigen su mirada hacia ella haciéndola aún más si cabe, protagonista de la obra.
Composición en aspa, el punto central es Juana, su mano y el escudo de armas, mientras que los tres personajes dirigen su mirada hacia ella haciéndola aún más si cabe, protagonista de la obra.
El lienzo resuelto de
manera exquisita, siendo modelo para
otros pintores de historia como Francisco
Pradilla, quien realizó en 1877 su obra “Juana la Loca”, cuyas vestimentas
de la reina en esta obra son similares a las de Lorenzo Vallés.
![]() |
Francisco Pradilla. Juana la Loca. 1877. Museo del Prado (Madrid) |
Comparativa
entre ambas
CURIOSIDADES
Juana I de Castilla fue
hija de los reyes más poderosos del siglo XV y parte del XVI, Isabel I de
Castilla y Fernando II de Aragón.
La historia nos ha
querido mostrar la figura de Juana de una manera bastante injusta, como la
reina que estaba loca o desequilibrada emocionalmente. Juana era una mujer
inteligente, aunque no era devota ni mujer de leyes, era avispada. El problema
de Juana viene cuando en 1504 muere Isabel y ahora es ella la legítima heredera
al trono, convirtiéndose así en la reina del país más rico y próspero del
momento. Este desenlace no interesó ni a su marido Felipe “El Hermoso” ni a su padre Fernando “El Católico”. Ninguno de
los dos querían que Juana gobernara los territorios de Castilla, y a partir de este momento es cuando la
figura de la reina entra en declive, convirtiéndose en víctima de su padre
y de su esposo.
Fernando la incapacita,
quedando él como regente hasta que Carlos, hijo de Juana y Felipe tuviera
mayoría de edad. A lo largo de la historia veremos cómo Juana es víctima de su
padre, de su esposo y hasta de su hijo.
Juana y Felipe se
casaron por intereses de los Reyes Católicos, aunque en un principio se
enamoraron, cierto es, que a Juana le duró más el amor. Felipe le fue desleal
en multitud de ocasiones, provocando en Juana unos celos enfermizos, que la desestabilizaron
emocionalmente. Muchos en la historia han pensado que la locura de Juana era
algo genético ya que su abuela materna Isabel de Portugal (2ª esposa de Juan II
de Castilla) murió fuera de sí. Casi todo esto parece
una estrategia política de Felipe; propiciarle los celos a Juana, provocándole
un desequilibrio emocional para incapacitarla y así quedarse él con lo que es
de su reina por derecho de sangre.
Fernando
la incapacitó, alegando que tenía un desequilibrio
emocional. Entre líneas podemos ver como Fernando hace lo que en el lecho de
muerte le prometió a su esposa, velar por todo aquello que ambos habían
conseguido. Fernando sabía que Juana al estar influenciada por Felipe no lo iba
a conseguir, e incapacitándola era la única forma que tenía el rey, ya solo de
Aragón, de quedarse en Castilla.
Felipe
muere repentinamente, unos dicen que por envenenamiento
de su suegro, pero el testimonio oficial fue por altas fiebres. A partir de aquí es cuando se ve la “locura”
de Juana, cuando realmente no era más que desconsuelo. Trasladó en las noches
el cadáver de su esposo, estando embarazada de la infanta Catalina, lo hizo
desde la Cartuja de Miraflores hasta Tordesillas, aunque sería enterrado en
Granada junto a Isabel, no llegó a su fin por la dureza del traslado. Juana
ordenaba abrir el féretro para asegurarse que el que allí reposaba era su
esposo y que ya ninguna mujer se lo arrebataría.
Finalmente, recluida en
Tordesillas por orden de su padre en 1509, estuvo aquí acompañada de su hija,
la infanta Catalina, hasta que esta se casó con Juan III de Portugal. Juana muere el 12 de abril de 1555 siendo viernes santo, a las 6 de la mañana.
Asistida por Francisco de Borja, la reina dijo: “Jesucristo crucificado, sea conmigo”. Finalmente Juana ya era libre.
BIBLIOGRAFÍA
Y WEBGRAFÍA
FERNÁNDEZ
ÁLVAREZ, Manuel: Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas. Barcelona,
Ediciones Espasa Libros, S.L.U, 2010.
Conocimientos adquiridos a través de
la serie Isabel, dirigida por Jordi Frades. 2012.
Conocimientos adquiridos a través de la película La
Corona Partida, dirigida por Jordi Frades. 2016.
Conocimientos adquiridos a través de la serie Carlos,
Rey Emperador. Dirigida por Oriol Ferrer, Salvador García, Jorge
Torregrossa, y Joan Noguera. 2015.
Información extraída a través de los
apuntes impartidos por el Catedrático en Historia del Arte de la Universidad de
Sevilla, Don José Fernández López, durante las clases de arte español contemporáneo.
MUSEO DEL PRADO:
(Consulta: 17/09/2019).
SIGNIFICADO DE LAS
FLORES:
Paloma
G. Zamudio
No hay comentarios:
Publicar un comentario