FICHA TÉCNICA
- Obra: Chicos en la playa
- Autor: Joaquín Sorolla (1863-1923)
- Cronología: 1909-1910 (Principios del siglo XX)
- Estilo: Luminismo
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Dimensiones: 118 x 185 cm
CONTEXTO
HISTÓRICO
Joaquín
Sorolla es considerado uno de los grandes maestros de la pintura española de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Es un artista con una gran
capacidad para captar el instante lumínico y utilizar el color
con maestría. Nació en Valencia pero terminaría instalándose en Madrid y viajó
a lugares como Roma, París y Estados Unidos.
La costa
levantina fue su principal motor de inspiración, tenía una clara
identificación personal con aquellas arenas y olas de Levante. Sus
pinturas no solo lograron triunfar nacionalmente sino que también obtuvieron un
temprano reconocimiento internacional. Muchas fueron incluidas en las
exhibiciones de Sorolla en América entre los años de 1910 y 1911. Sin embargo,
de alguna manera Sorolla conservó esta obra “Chicos en la playa” hasta que la
donó al Museo de Arte Moderno en 1919 para poco después en 1926 ser expuesta en
el Prado. Desafortunadamente el artista no tuvo la oportunidad de vivir esa
experiencia puesto que en 1923 había fallecido.
ANÁLISIS
FORMAL
Esta
pintura presenta a tres niños desnudos bañándose en la orilla del mar. Con
destreza, Sorolla es capaz de captar la luz que se proyecta sobre los jóvenes y
la arena mojada a través de pequeños toques de luz y juego de tonalidades.
Percibe la sombra bajo los chicos, así como sus cuerpos desnudos reflejados en
el agua junto con los destellos del cielo en la arena de alrededor. El
resultado, toda una atmósfera en la que se puede sentir el efecto de
los rayos del sol en contacto con la piel de los chicos y el mar.
Por
el trato que da a su pintura, se le ha considerado impresionista o
postimpresionista, sin embargo él iba más allá de la rápida pincelada que
caracterizaba a dicho estilo. Su obra era aun más personal, y prestaba una
especial atención por la captación de la luz. En este sentido se le acuñó el
calificativo de luminista.
Se
describe al luminismo como una corriente en la que la luz es
la principal protagonista de la obra. Caracterizada por la utilización de
grandes formatos pintados en base a una pintura al aire libre,
donde todos los elementos suelen quedar en el mismo plano y se da importancia a
la figura humana dentro del paisaje con la luz difundiéndose por la superficie.
Crea una síntesis descriptiva frente al detallismo, con una factura
suelta, el empleo de veladuras y una pincelada más fluida.
Pintar
al aire libre era clave para conseguir ese ambiente luminista y Sorolla se dejó
influenciar por Ignacio Pinanzo quien le introdujo a esta practica en sus
tiempos de formación. El artista se acostumbró a sumergirse a lo largo de
jornadas interminables en la playa, a pleno sol, amparado por toldos y sombrillas,
y se ponía a pintar lo que veía dejándose conquistar por los destellos de la
luz del sol.
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Fotografía de Joaquín Sorolla pintando en la playa |
Estas
escenas no eran fáciles de pintar, Sorolla trató de apresar lo que por
esencia es fugaz, fluido y veloz: los rayos del sol, sus tonalidades y sombras.
De esta forma, las manchas de color de estas obras son amplias y las pinceladas
de diferente impulso, algunas breves otras largas, y vibrantes con toques de
color. En esta pintura, como en otras muchas, prescinde del cielo, del azul
infinito, y sin embargo es capaz de iluminar su cuadro sin saber desde donde se
proyecta la luz.
Por
otro lado es importante destacar la figura de Zorn, un artista sueco, que le
llevó a aclarar considerablemente su paleta, a reducir la gama de colores
empleados, a valorar la pincelada fluida, a valorar texturas pictóricas, y a
captar la luz y los reflejos lumínicos sobre el agua.
ANÁLISIS
ICONOGRÁFICO
Entre
finales del siglo XIX y principios XX en Europa existió la costumbre burguesa
de los baños en el mar por recomendaciones de salud pero las playas como las de
Levante resultaban muy calurosas y sus costas se convirtieron en escenarios de
trabajos marineros y de sus familiares.
Así
encontramos a estos tres chicos, que posiblemente pudieron ser hijos de algún
trabajador, refrescando sus cuerpos en la orilla. Uno de ellos colocado
en primer plano, queda a la espalda del espectador y mirando a los otros dos.
Estos tienen un tez más bronceada, uno dirige la mirada al primer chico
mientras el de su lado está distraído. Lo atrayente es que ambos
presentan rostros difuminados, conseguidos a través de una
rápida pincelada, porque a Sorolla no le interesaba representar la
realidad con el detalle sino la luz y sus percepciones como la humedad
de la arena y sentir la piel mojada.
CURIOSIDAD
En
sus años de formación Sorolla estableció un estrecho contacto con el fotógrafo
valenciano Antonio García Peris, con cuya hija Clotilde
contraería matrimonio en 1888. Como consecuencia de esta relación, el artista
tuvo la oportunidad de conocer de cerca la fotografía y aprendió a utilizarla
como herramienta pictórica.
Partía
del natural teniendo como referencia recursos propiamente fotográficos que
le permitieron reforzar su percepción del entorno en su expresión más
momentánea. En este caso hace uso de recursos como el enfoque, pues
los niños permanecen tumbados en la orilla del mar y son retratados con un
punto de vista poco usual, desde arriba, prescindiendo del horizonte. Además a
Sorolla no le importa que las figuras no estén centradas y uno de los chicos
queda fuera del encuadre como de una instantánea fotográfica
se tratara.
CONCLUSIÓN
Sorolla
fue para sus contemporáneos la imagen viva del triunfo absoluto de un artista,
tanto en España como en Europa y Estados Unidos, alcanzando una repercusión
internacional no lograda por ningún otro pintor español de su mismo tiempo.
Después de Goya, es considerado el artista que mejor refleja la esencia del
paisaje de España.
Ademas,
el pintor inundó el mundo del mercado y del coleccionismo privado con famosas
escenas de playa de la costa levantina como esta. La luz clara del mediterráneo
ilumina los lienzos de Sorolla con la genialidad de no solo poder apreciarla
visualmente, sino también de sentirla, de incluso poder notar la calidez sobre
los cuerpos, crea una experiencia personal que resulta seductora y única para
el espectador.
BIBLIOGRAFÍA
ABRIL,
Marcelo: Joaquín Sorolla o la plena luz en nuestra pintura. Barcelona, 1932.
PONS-SOROLLA,
Blanca (coord.): Sorolla, Jardines de luz. Granada, 2012.
TORRES,
B.: Sorolla. La magia de la luz. Madrid, 2007.
Manuela Rodríguez Tovar
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