Brillos, reflejos y textura
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Ejercicio terminado |
¿Cómo va tu cuadrito?
¿Viste que no era tan difícil? ¿O sí? Ahora toca lo más divertido: lograr los
brillos, los reflejos y la textura de nuestra mandarina.
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Así lo dejamos la sesión anterior. |
Preparamos nuestra
paleta con estos colores. Recuerda siempre seguir un orden: yo suelo poner los
cálidos arriba; los fríos, debajo.
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Arriba, de izq. a der.: amarillo limón, amarillo medio, rojo medio, tierra sombra natural. Debajo, de izq. a der.: negro, azul ultramar |
Vamos a trabajar de
nuevo el color de la caja de detrás: ésta sirve como calmante entre estos
colores tan potentes. Para ello mezclamos rojo+amarillo+negro+blanco, como lo
hicimos la clase anterior. Una vez que repasamos toda la caja, vamos a
oscurecer un poco nuestra mezcla y pintamos con toda decisión una raya vertical
en la cara lateral de esta caja: así representamos su zona de sombras. Te
resultará más fácil si usas un pincel del ancho de esa raya.
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Volumen de la caja que está detrás |
Pero esto no termina
aquí. Si observas bien, verás que en ese lado se refleja el verde del fondo.
Así que prepararemos nuestro verde y de nuevo repasaremos con verde esta parte.
Con tierra sombra pintamos la sombra proyectada de la caja sobre el muro verde.
La lata de la derecha proyecta su brillo sobre esta caja de cartón: sobre la
pintura fresca, dale unos toques de blanco, siempre difuminando.
Mira la base de la
caja. La taza roja proyecta su color sobre ella. Puedes colocar sobre la
pintura fresca un poco de rojo. Y con tierra sombra marca la sombra proyectada
de la lata de la derecha y oscurece el espacio que hay entre la taza-caja-lata.
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Juego de sombras |
En el ejercicio del
tomate, las relaciones fondo-objeto eran muy simples. Aquí puedes ver cómo la
realidad, aunque no lo percibamos conscientemente, es un juego incesante de
proyecciones de luz coloreada.
Vamos ahora al lado
izquierdo del cuadro. La taza roja proyecta su sombra sobre el fondo: pon a tu
mezcla un poco de rojo. Lo mismo con la
lata de la izquierda: aquí tienes que mezclar a tu verde un poco de azul.
Difumina siempre y
revisa que los objetos no pierdan sus proporciones y forma.
Seguimos con la taza
roja. Ocupa el lugar central y, con semejante rojo, se convierte en
protagonista. Aclaramos el rojo con un poco de amarillo, como hicimos con
nuestro tomate. Revisamos que la forma esté correcta: si hay que corregir algo,
es el momento de hacerlo. Del lado izquierdo de la taza, siempre con la pintura
fresca, aplicamos una raya blanca, muy sutil, que es el reflejo de la lata y de
la caja blanca. Vamos a la parte superior, en la que se refleja la caja del
fondo. Luego, tenemos que modelar el asa: lo lograremos dándole volumen con luz
y sombra. Más tarde volveremos a retocar la taza; por ahora tenemos que esperar
a que se seque.
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La taza roja, la protagonista |
Seguimos con la caja
blanca. Observa la relación de luz-sombra en cada una de sus caras.
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Ahora le toca a la caja blanca. |
Vamos a la latita de la
izquierda. Mira cómo se refleja el color rojo de la taza de un lado y el verde
del fondo, del otro.
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La latita de la izquierda |
Los metales muestran todos los colores de su entorno; los
que son plateados no tienen color en sí mismos. El oro, el bronce y el cobre
tienen su propio color, además del de los objetos que los circundan. Pero no
entremos en estas cosas, que ya el asunto es bastante complicado.
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Lata de la izquierda, detalle |
Lo mismo hacemos con la
lata de la derecha. Ésta está volteada hacia abajo, con su base hacia arriba.
Fíjate que en ella se refleja la caja del fondo y el verde oscuro de nuestro muro,
como si fuese un espejo. También hay verdes, rojos y el naranja de la
mandarina.
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La lata de la derecha |
¡Oh, la mandarina! La
pobre quedó para el final. De hecho, está ahí con toda la intención. El artista
tiene que conducir la mirada del espectador, le tiene que enseñar cómo mirar la
obra. Frente a este cuadrito, la taza roja atrapa tu atención; luego, miras
hacia la izquierda, te das un paseo por la caja del fondo y terminas con la
lata de la derecha y la mandarina… Así es cómo objetos totalmente estáticos de
una pintura se vuelven móviles gracias a un entramado de relaciones de color,
formas, luces y sombras…
Bien, la mandarina:
prepara un naranja (amarillo+ rojo). A una parte de esta mezcla, puedes
agregarle negro o un tierra sombra para pintar las zonas oscuras. Para lograr
la textura característica de los cítricos toma un poco de pintura con el pincel
y aplícala en pinceladas circulares, como si dibujaras espirales o rizos con el
pincel.
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¡La mandarina! |
En la base de la fruta coloca el naranja más oscuro. Luego, en la zona
de luz, aplica de nuevo un naranja con más amarillo. Piensa siempre en
volúmenes y sigue con la pincelada circular.
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Detalle de la mandarina |
Y terminamos con la
mesa sobre la que están apoyados nuestros objetos. La caja blanca y la lata de
la derecha proyectan luz sobre ella. La taza roja, su color. También, junto con
la fruta, proyectan su sombra.
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Retocamos la base. |
¿Hay algún error que
corregir? ¿Qué tal está la perspectiva? ¿Y las formas de las latas y de la
taza?
Espero que este
ejercicio no haya sido un desafío muy difícil para ti. Nos vemos en las próximas
lecciones.
Hoy aprendiste a
-pintar
reflejos de metales,
-a
lograr la textura de cítricos y
-a
comprender las relaciones de luces y sombras sobre diferentes materiales.
¡Muéstranos tu cuadrito!
Bibliografía
DOERNER, Max: Malmaterial und seine Verwendung im Bilde,
1985
DÜCHTING, Hajo. Bildkomposition,
1990
EASTLAKE,
Charles Lock: Methods and materials of
painting, 2001
MAYER, Ralph: The artist’s handbook of materials and
techniques, 1991
©2019
Cristina del Rosso
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