COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE "DOÑA ISABEL LA CATÓLICA DICTANDO SU TESTAMENTO"
FICHA TÉCNICA
- Obra: Doña Isabel la Católica dictando su testamento.
- Autor: Eduardo Rosales Gallinas (1836-1873).
- Cronología: 1864.
- Estilo: Pintura de historia (primera generación).
- Técnica: Óleo.
- Soporte: Lienzo.
- Dimensiones: Alto 287 cm; ancho 398 cm.
- Ubicación: Museo Del Prado (Madrid) (Sala 061B).
CONTEXTO HISTÓRICO
El artista Eduardo
Rosales tiene 28 años cuando presenta en 1864 esta obra en la Exposición
Nacional. Llevaba un año trabajando en ella, y cuenta con numerosos dibujos y
bocetos preparatorios, con lo que podemos imaginarnos lo trabajada y retocada que pudo
estar.
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Boceto preparatorio. Museo del Prado, 1864 |
Fue
adquirida por parte del Estado al autor en el 1865, tras pasar por varios
museos, en 1971 se instala hasta hoy, en el Museo del Prado. En
la obra se recoge el momento en el que la reina de Castilla, Isabel, conocida
como “La Católica” dictará su
testamento el 12 de octubre de 1504, por lo que nos encontramos ante un hecho
histórico. Muriendo la reina el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo. Premiada
con una primera medalla, cuenta a partir de aquí con un gran reconocimiento
tanto obra como autor. Influyó en muchos artistas de su tiempo.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO Y FORMAL
Nos
encontramos ante una obra donde es posible lanzar la mirada a varios puntos y
es fácil impresionarse por su tamaño y maestría.
La
obra se sitúa en la alcoba de los Reyes Católicos en el Castillo de la Mota
(Medina del Campo), la escena cuenta con la presencia de 9 personas más la reina.
Alcoba con sobriedad decorativa, siguiendo los cánones estéticos de Castilla. Paredes
decoradas con geometría, en tonos ocres y verdes. Al fondo de la alcoba y con
pincelada muy suelta, se puede evidenciar un escritorio castellano.
Detrás
de Juana I de Castilla (ataviada de negro), hay un altar iluminado por una vela
de aceite, en el atril del mismo altar hay un libro, quizás de oraciones.
También se puede percibir aunque difuminado, un tríptico pictórico de época
gótica, ya que así lo evidencia su enmarcación y donde seguramente en el centro
del mismo habría una Virgen. Altar con crestería en madera y presencia de
reclinatorio con cojín.
La
reina aparece recostada sobre una impotente cama de madera con dosel y
cortinaje, rematado con el escudo de armas de Castilla. Aquí es donde podemos
apreciar la forma de aspa de la obra, es decir; todo converge en el punto donde
se sitúa la reina. El autor decide darle a este punto de la obra un color
blanco impoluto, destacándolo así de los sobrios colores que predominan en el
resto, haciendo así más patente si cabe el protagonismo de Isabel. Sobre
el suelo descansa una enorme alfombra, que era muy común en los palacios del
siglo XVI al igual que eran comunes los tapices, de los que Isabel era una gran
entusiasta. En la alfombra predominan los colores ocres, verdes y rojos, así
como la presencia de elementos geométricos y cenefas.
Los
presentes en la alcoba real eran 9 personas. Miembros de su corte, su esposo
Fernando el Católico, el Cardenal Cisneros conocido posteriormente en la
historia como “el tercer rey”, los
marqueses de Moya (al otro lado de la cama), y su hija y futura heredera Juana
I de Castilla (esquina izquierda). Realmente Juana nunca estuvo presente en el
momento de la muerte de su madre, pero quizás el autor lo quiso plasmar así
para recordar al espectador que era ella la heredera de las coronas de Castilla
y de Aragón. De hecho en la obra aparece el orden jerárquico de derecha a
izquierda estarían, Isabel, Fernando y Juana.
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Detalle de la obra |
En
primer plano derecho, vemos un miembro de su corte, vestido a la usanza de la
época y quizás sea el ropaje más colorido que veremos a lo largo de la obra.
Delante
de este joven estará el Cardenal Cisneros, ataviado con hábito azul oscuro y
con la cabeza cubierta como así lo requiere su posición religiosa. Detrás de
él, otro miembro de la corte con ropaje más sobrio y que cuelga de su cuello
una condecoración de nobleza. Detrás del noble hay otro miembro presente, al
que apenas se evidencia en la obra ya que solo veremos parte de su cabeza.
En
el otro lado del dosel aparecen los marqueses de Moya, la marquesa con rostrillo
y bastante apenada mira a la reina y parece entrecruzar las manos como lanzando
un rezo al Altísimo. Ambos dos, tanto el marqués como la marquesa, con ropajes
en negros y blancos. Sentado
escribiendo lo que su majestad le dicta, estará el escribano Gaspar de Gricio, escribe
con plumilla y está muy atento al dictamen de la reina, aparece totalmente
vestido de negro y hay que destacar el atril y el banco, que cuenta con una magnífica
talla castellana y donde se evidencia la riqueza artística aunque sobria la de
la corte de Isabel I de Castilla.
Frente
al escribano tenemos al otro gran protagonista de la obra, Fernando el Católico.
Aparece sobre una silla de madera con cojines, vestido con ropajes ricos pero a
su vez sobrios, porta en su cuello una condecoración regia, dejando patente en
todo momento el autor, la importancia de su majestad. Descansa
sus pies sobre un cojín, su plateado cabello nos deja apreciar la avanzada edad
del rey. Su mirada una de las grandes protagonistas en la obra; baja, triste y
preocupada por lo venidero.
La otra gran protagonista será Juana. Juana I de Castilla, realmente no estaría en el momento de la muerte de su madre, prácticamente porque cuando Isabel muere en 1504, ninguno de sus hijos están presentes. Juana se encontraba en la corte de Flandes junto a su esposo Felipe “El Hermoso”. Quizás el autor la ha querido poner en la obra para simbolizar que es la legítima heredera al trono castellano. Vestida de negro casi al completo, con tocado que le cubre todo el cabello, y parte del vestido bordado en tonos verdes y amarillos. Juana aparece con mirada baja, y manos entrelazadas. Sobre su pecho luce un rico medallón quizás simbolizando a través de ello su posición de heredera.
Observando
el rostro de Juana en esta obra, he podido apreciar similitud con el rostro de
la Soledad de San Lorenzo, talla anónima del siglo XVI que se encuentra en la
ciudad de Sevilla.
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Similitud entre ambos rostros |
La
gran protagonista, Doña Isabel aparece ataviada de blanco, con una cruz que
cuelga de su cuello, con rostrillo como era común ver a la reina después de
haber pasado por el trance de enterrar a varios seres queridos. Aparece
recostada sobre dos almohadones de blanco impoluto. El rostro de la reina a
pesar de todo está serenado, mira fijamente a Gaspar y eleva el dedo índice
como haciéndole hincapié de algo importante del dictamen. Es en Isabel donde
encontramos el gran punto de luz de toda la obra, el conjunto completo, de su
cuerpo, sábanas etc. es lo que atrae nuestra mirada.
Buen
trabajo por parte del autor en el tratamiento de telas, movimiento y textura,
así como la delicadeza de las transparencias. Obra de pincelada suelta, con
gama de colores ocres[1].
Conveniente verla desde cierta distancia por su gran tamaño.
CURIOSIDADES
Como
curiosidad hay que centrarse en el momento concreto de la obra, es decir; la
muerte de una reina poderosa e importante y el motivo de su muerte. Isabel
I de Castilla muere en Medina del Campo en 1504. La reina realmente empieza a
decaer tras enterrar a dos de sus hijos (Juan e Isabel) y nietos.
Isabel
tras la muerte de sus hijos, tuvo que dejarle el reino castellano a su hija Juana,
una hija que padecía numerosos desequilibrios emocionales causados por los
celos a los que la sometía su esposo Felipe, esto la reina Isabel lo vería en
vida. Juana estaba sometida a su esposo, con lo que la reina sabría que todas
decisiones tomadas por Juana serían a beneficio de él. Bien
es cierto que Castilla pasaría posteriormente a manos de Fernando el Católico,
hasta que su nieto Carlos I de España[2],
tuviera la edad conveniente para gobernar los reinos.[3]
Isabel
de Trastámara murió con 53 años aparentando más edad de la que realmente tenía.
Los desgastes políticos así como familiares y tan poco ayudados por las
infidelidades de su esposo, incentivaron la muerte de la reina castellana.
Isabel
pudo haber muerto de un cáncer de útero, ya que según las fuentes de la época decían
que podría haber muerto hidropesía (retención de líquidos) a causa del mismo
cáncer. Esto hizo que la reina estuviera cada vez más hinchada y con algunas
úlceras en sus extremidades, provocando el desplazamiento de la reina en litera
en numerosas ocasiones. Los
cuerpos de Isabel y de Fernando descansan en la Capilla Real de la ciudad de la
Alhambra, por petición de la reina en su testamento.
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Fotograma serie Isabel |
BIBLIOGRAFÍA Y
WEBGRAFÍA
GILES,
Tremlett. Isabel la Católica, la primera
gran reina de Europa. Barcelona. Penguin Random House Grupo Editorial,
S.A.U, 2017.
DOWNEY,
Kirstin. Isabel, la reina guerrera. S.L.U,
Espasa Libros, 2017.
RUIZ-DOMÉNEC,
José Enrique. Isabel la Católica o el
yugo del poder. Barcelona. Editorial Península, 2014.
MUSEO
DEL PRADO:
ABC
CULTURA:
ABC ESPAÑA:
Conocimientos
adquiridos a través de la serie Isabel,
dirigida por Jordi Frades. 2012.
Conocimientos
adquiridos a través de la película La
Corona Partida, dirigida por Jordi Frades. 2016.
[1] Esta gama
cromática puede recordar a la paleta velazqueña.
[2] Segundo
hijo nacido del matrimonio entre Juana y Felipe.
[3] Así lo firmó
Isabel I de Castilla en su testamento.
Paloma G. Zamudio
Me ha encantado.
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