FICHA
TÉCNICA
- Título: Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
- Autor: Diego Rivera.
- Cronología: 1948.
- Estilo: Pintura de historia.
- Técnica: Pintura al fresco/Mural.
- Soporte: Muro.
- Ubicación: Museo Mural Diego Rivera, Ciudad de México.
ANÁLISIS
FORMAL
La pintura mural que se empieza a generar en México durante las primeras décadas del siglo XX abre un nuevo camino para los artistas que
quieren expresar su trabajo lejos de las instituciones museísticas. La mayoría
de las composiciones artísticas que surgen en estos momentos están cargadas de
un componente político-social importante.
Algunos artistas, como es el caso de Diego
Rivera, se vieron comprometidos e identificados con los valores y principios revolucionarios, y
pusieron de manifiesto la soberanía y la lucha
del pueblo mexicano a lo largo de la historia.
Diego Rivera, después de haber
viajado por Europa y EE.UU, absorbió las
técnicas y conocimientos de todas las corrientes artísticas y vanguardistas del
momento. No obstante, mantuvo su personalidad en sus obras murales. Podemos
apreciar en sus trabajos una conjugación entre las tradiciones artísticas
europeas y el pasado prehispánico,
acompañados de un contenido social y político.
Sueño
de una tarde dominical en la Alameda Central es una síntesis de los 400 años de
la historia de México
- desde la conquista española hasta la Modernidad - plasmada en una serie de
acontecimientos y personajes claves. Una historia envuelta de revoluciones,
guerras y periodos de paz que contribuyen
a conformar ese México fuerte y reivindicativo.
Rivera pintó este mural para el comedor del desaparecido Hotel del Prado
situado en un costado de la Alameda Central. Actualmente, la obra se encuentra
en el Museo Mural dedicado al artista.
ANÁLISIS
ICONOGRÁFICO
El parque de la Alameda Central se funda a finales del siglo XVI por el octavo virrey (que que está
representado a la izquierda del mural con quevedos y cuello de gola), y fue un
lugar únicamente reservado para la élite
española. Rivera narra una historia de México introduciendo a casi 150 personajes, entre ellos amigos
y familiares suyos. Vemos el jolgorio que se representa a través de la banda de música (al fondo, a la derecha
del mural), los globos y molinillos de viento que entretienen a niños y niñas,
y la venta de comida. Este mural se lee
de izquierda a derecha y empieza con la representación de los
conquistadores españoles: Hernán Cortés
con las manos ensangrentadas, como símbolo
de la muerte y la destrucción del testimonio de la cultura mexicana. A su
lado, aparece fray Juan de Zumárraga,
primer arzobispo cuya labor fue convertir
a los indios al cristianismo, y a él se debe la pérdida de todos los
escritos acerca de la cultura prehispánica. Detrás, aparecen los y las condenadas por la Santa Inquisición,
institución político-religiosa que se trasladó desde Europa a América para
sentenciar y castigar a todo aquel que no creía en la doctrina y la fe
católica.
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Hernán Cortés, fray Juan de Zumárraga y la Inquisición. |
Los siguientes personajes rememoran
los tres momentos políticos importantes de la historia de México: la Independencia, la Reforma y el Segundo
Imperio. Vemos representados a Benito
Juárez, máximo exponente de las ideas liberales en los años treinta del
siglo XIX. Debajo de B. Juárez se encuentra Ignacio Ramírez - con cabello y barba blanca - el cual sostiene en
sus manos una inscripción que en un inicio decía: “No hay Dios”. Esta frase
causó un gran escándalo y tuvo que modificarse a “Conferencia en la Academia de
Letrán de 1836”. No obstante, esta modificación
no deja de ser una alusión a esa conferencia que Ramírez dio cuando era
estudiante, sosteniendo las tesis
ateístas, y que son un rechazo al poder religioso y clerical. Representando
a ese Segundo Imperio está el archiduque
austriaco Maximiliano (representado con ojos azules y barba pelirroja),
acompañado de su mujer Carlota. Su
falta de experiencia en la política y en el ejercicio de poder dio lugar a su
derrocamiento y, por ende, a su fusilamiento.
Benito Juárez e Ignacio Ramírez. |
En el centro de la composición vemos
a varios personajes que se identifican con la
alta sociedad de la época. Se trata del período del porfiriato (1876-1911),
en donde vemos la representación de la hija (dama de azul) y de la primera
mujer del dictador, Porfirio Díaz,
elegantemente vestidas. Es importante señalar el eje de la composición, en este
caso marcada por la muerte encarnada por un esqueleto vestido como una mujer, con boa de plumas y tocado con un
sombrero. Representa esa conexión entre
el mundo de los muertos y el mundo de los vivos; la cercanía que hay entre
los seres queridos que están en el más allá y los que aún siguen en la tierra.
La fusión que Rivera hace entre un mundo y otro, tiene que ver con la tradición
que las culturas prehispánicas celebran en este período: El Día de los Difuntos. Esta costumbre que
pervive en muchas de las culturas andinas consiste en mantener viva la memoria de sus muertos y los
homenajean a través de un ritual en el que todos participan comiendo y bebiendo
cerca de las tumbas de sus seres amados. Quizá, la representación de este
personaje tan peculiar - y a la vez tan popular - simbolice esa memoria
histórica de lucha y rebeldía de sus antepasados frente a los invasores.
Asimismo, esta representación es el homenaje que el artista hace a su maestro
plástico José Guadalupe Posada -
representado al lado de la muerte - creador
de los y las famosas catrin y catrinas.
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Escena central. |
Agarrado a la mano de la muerte
aparece el artista, Diego Rivera,
vestido como un niño de cuyos bolsillos salen una rana y una culebra. Detrás,
su mujer, Frida Kahlo, tocándole el
hombro en actitud de protectora y sosteniendo el Ying y Yang. Otro personaje de
relevancia que está en el centro de esta composición son José Martí, poeta y padre de la independencia de Cuba.
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Catrina, Frida y Diego Rivera. |
La parte derecha de la composición
viene a narrar todas las revueltas
populares y campesinas que se generaron a lo largo del siglo XX,
acompañados de personajes relevantes para la historia del país. En la parte
superior derecha vemos a Francisco
Madero, quien saluda con su sombrero, considerado revolucionario pero de
origen privilegiado. Se unió a la lucha de los zapatistas para derrocar la
dictadura que por 30 años se había mantenido en el poder. Sin embargo, una vez
conseguidos sus objetivos políticos, dejó a un lado a los generales
revolucionarios, como Emiliano Zapata. Su muerte fue igualmente trágica, pues
fue arrestado por los oficiales y fusilado por los soldados de camino a
prisión. Toda esta zona del mural representa esa resistencia de los pueblos indígenas, del campesinado y del
proletariado frente al imperialismo estadounidense y colonialismo europeo,
que violentó por decenas de años a los pueblos originarios de América. También
es una crítica hacia ese concepto europeo sobre el individualismo del hombre,
pues para el pueblo mexicano la comunidad es una forma de vida que se aleja de
la competitividad entre unos y otros. Igualmente, Diego Rivera refleja la participación activa de la mujer
durante los procesos revolucionarios, y la representa con un arma al lado del
zapatista que monta a caballo.
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Zapatistas. |
Los demás personajes que están en la
parte inferior de todo el mural simbolizan esos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad, los campesinos y pueblo
en general. Son la representación de todas esas personas que sufren los
ciclos políticos: indios, campesinos, pobres y ciudadanos. El racismo
implantado desde los imperios europeos para diferenciar y clasificar a la
población indígena condujo a la
exclusión y al empobrecimiento de sus territorios. Diego Rivera quiso
plasmar esta violencia y abuso a través de su arte. Los muralistas eran
conscientes de que su crítica tenía que llegar a todos los rincones del país y,
por ello, muchas obras fueron censuradas, incluida esta. Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central estuvo tapada por una pared durante 7 años.
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Racismo entre indígenas. |
Los muralistas como Diego Rivera, llevaron el arte a los espacios públicos
para que sea de uso común. Simulando a los frescos de las iglesias de la Edad
Media para evangelizar a los fieles, estos murales servían para expresar tradiciones, ideas y pensamientos
relacionados con la comunidad y el trabajo colectivo. Se trata de una forma de
concienciar a la ciudadanía en general del maltrato y abuso de poder de las
élites y oligarcas. Actualmente, todos los mexicanos y mexicanas pasean con sus
familias los domingos en la tarde por la Alameda Central, quizá ingenuos a su
propia historia que aún queda por narrar.
BIBLIOGRAFÍA
Y WEBGRAFÍA
BARGUELLINI, C.: “Diego Rivera en
Italia”, Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas, Nº 76, pp. 85-136.
HAGEN, R.M., HAGEN, R.:
Los secretos de las obras de arte, Colonia, 2014.
MEJÍA NÚÑEZ, M.: “Sueño de una tarde dominical en la
Alameda Central”, Sincronía, Nº 2,
2006.
Criscorpionsartheory
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