FICHA TÉCNICA
- Título: Pantocrátor del Sinaí.
- Autor: Anónimo.
- Cronología: Mediados del siglo VI.
- Estilo: Bizantino.
- Técnica: Encáustica.
- Soporte: Madera.
- Materiales: Pigmentos de colores, cera, madera.
- Medidas: 84 x 45,5 cm.
- Ubicación: Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, Egipto.
CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
El
icono conocido como Pantocrátor del Sinaí se conserva en la colección del
Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Según las fuentes de la época la
primera edificación del lugar se remonta hasta el siglo IV, cuando el asceta Julián Saba mandó levantar una pequeña
iglesia en honor a Santa María. Hay
que tener en cuenta que, según La Biblia, este es un lugar simbólico y sagrado,
pues en él se produjo el pasaje de la
zarza ardiente y la entrega de las
Tablas de la Ley a Moisés, por lo que se convirtió en un lugar destacado de
peregrinación para las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo,
cristianismo e islamismo).
A
mediados del siglo VI algunos monjes acudieron a Constantinopla para reclamar
al emperador Justiniano mayor seguridad
en la zona, pues las constantes incursiones bereberes a menudo acababan en
robos o asesinatos de peregrinos y monjes. Justiniano, que entendía el valor
religioso y estratégico de este asentamiento – era paso obligado de las
caravanas comerciales – accedió a la petición, protegiendo el primitivo
asentamiento mediante una ciudadela
amurallada o castrum entre los
años 556 y 557. Desde este momento, el lugar pasó a conocerse indistintamente
como laura de Santa María, laura de la Transfiguración o laura del Coloquio. No será hasta el
siglo IX cuando se adopte el nombre por el que actualmente se conoce: Monasterio de Santa Catalina, pues,
según la tradición, en una cueva del lugar se halló el cuerpo de la mártir cristiana, cuyas reliquias se
veneran en el templo.
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Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. |
Con
la llegada del Islam a la península del Sinaí, la ciudadela y los monjes fueron
respetados, pues el propio Mahoma se comprometió a salvaguardar la seguridad
del monasterio, en agradecimiento a que los religiosos decidieron darle cobijo en una de sus campañas. Del mismo modo, los
posteriores califas y sultanes decidieron continuar con la tradición pues ir en
contra de ella suponía ir contra los
preceptos del propio profeta. Por tanto, el lugar siguió formando parte de
la ruta de peregrinación de los santos lugares, aunque el flujo de fieles mermó
considerablemente.
Lo
cierto es que la pronta dominación árabe de la península del Sinaí favoreció a
la conservación de la mayoría de las obras de arte del lugar, especialmente a
la de los iconos, pues cuando estalló la querella
iconoclasta en el Imperio Bizantino el monasterio se encontraba ya en
territorio árabe y, tal como dictó el propio Justiniano, según un escrito
conservado en el monasterio y fechado en el 530: A estos siervos del monasterio ordenó el emperador Justiniano que no
tomasen ni rey que les gobernase, ni tributo, ni extorsión – ni mucha ni poca –
jamás. Por tanto, ante el fervor iconoclasta los monjes decidieron conservar todos los tesoros de este lugar
sagrado, que en el año 2002 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO.
El
monasterio fue construido con los materiales de la zona y las decoraciones
corrieron a cargo de los artistas proporcionados por Teodoro, gobernador de
Egipto, sin embargo, todo apunta a que algunas piezas fueron donadas por el propio emperador Justiniano, por lo que se
trajeron directamente desde la capital, Constantinopla. Es el caso de la tabla
del Pantocrátor que nos atañe, ya que la minuciosidad y calidad en la técnica
de la encáustica señala directamente a la procedencia de los talleres regios.
ANÁLISIS FORMAL
El
Pantocrátor, palabra que significa
Todopoderoso o Todo el poder, es una de las representaciones pictóricas básicas
del arte bizantino y románico. El
Pantocrátor del Sinaí es la representación más antigua de las de este formato
que se conservan. Se trata de una imagen o icono que muestra a Jesucristo
en Majestad, atendiendo a unas características formales muy particulares. Cristo
aparece representado frontalmente, mirando directamente al fiel, barbado y con
pelo largo recogido en la espalda. Los ojos almendrados, las cejas arqueadas,
la nariz alargada y los labios carnosos responden a la imagen arquetípica del
Pantocrátor. Además, la efigie se enmarca en un nimbo dorado que resalta el
rostro de la divinidad. La mano diestra se levanta para impartir la bendición,
mientras que la izquierda sostiene las Sagradas Escrituras, profusamente
decoradas. La figura porta una túnica purpura de tonalidad oscura, que se torna
dorada en su interior.
El
trascendentalismo divino pasa por el hieratismo
y frontalidad de la imagen, que busca la concepción geométrica de la
simetría que, en este caso, no es perfecta. Esta manifiesta asimetría diferencia al Pantocrátor del Sinaí de
otras representaciones perfectamente simétricas como la de la iglesia de San Clemente de Tahull. Esta peculiaridad ha dado lugar a ríos de tinta. Algunos
estudiosos sostienen que esta peculiaridad es
producto del error del artista, ya que, la técnica de la encáustica exige
mucha destreza, pues al enfriarse la cera no permite corregir imperfecciones.
Sin embargo, otras fuentes sostienen que esta asimetría es intencionada, ya que, Cristo con el ojo derecho observa el horizonte holísticamente, mientras que
con el izquierdo mira directamente al
fiel. En cualquier caso la sensación de equilibrio, reposo e inmutabilidad
es manifiesta.
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Reconstrucción simétrica de ambos lados del rostro. |
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La
representación iconográfica del Pantocrátor puede considerarse el súmmum del arte bizantino, ya que,
debemos tener en cuenta que el cristianismo se había convertido en la religión
oficial del Imperio Romano-Bizantino. El culto a la Sagrada Liturgia era el eje vertebrador del misticismo y
espiritualidad de la época, en la que la figura de Cristo se presenta como el
centro del culto.
Los
principales atributos que reconocemos son el
nimbo, resplandor luminoso que se representa tras la cabeza como símbolo del
aura divina del representado, y el libro
de las Sagradas Escrituras. El valor de la aparición del libro es de vital
importancia, ya que, es un objeto venerable en sí mismo. Hay que tener en
cuenta que la mayor parte de la población era analfabeta, sin embargo, todos
reconocían en el libro el objeto
depositario del texto de autoridad sagrada, a través del cual Cristo
transmite su voluntad. En una sociedad como la bizantina, en la que la liturgia
era el centro de la vida religiosa, el libro se presenta como todo un símbolo
trascendental, pues éste exige la
veneración y obediencia propias de la Ley Divina.
Un
reciente estudio del Doctor en Historia del Arte Jorge Manuel Rodríguez Almenar
sostiene que la efigie del Pantocrátor del Sinaí deriva de la imagen de la
Sabana Santa o Síndone de Turín, por
lo que las características propias del rostro de Cristo no serían una
idealización, sino que tendría como principal referente el propio rostro del
Santo Sudario. Otro estudio firmado por Alan Whanger sostiene que entre el
Pantocrátor del Sinaí y la Santa Síndone hay hasta 31 rasgos comunes, por lo que el artista que realizó la
pintura debía conocer la existencia de esta reliquia.
BIBLIOGRAFÍA
MAGUIRE,
H.: The Monastery of Saint Catherine at
Mount Sinai: The Icons. I: From the Sixth to the Tenth Century. Chicago,
1978.
MONFERRER
SALA, Juan Pedro: Documento fundacional en árabe del monasterio de Santa
Catalina en el Monte Sinaí, Anaquel de
estudios árabes, 1999. Nº 10.
PÉREZ
MARTÍN, Inmaculada: El libro en Bizancio,
compañero de viaje. Universidad de Castilla-La Mancha, 2007.
RODRÍGUEZ
ALMENAR, Jorge Manuel: La Sabana Santa y
sus implicaciones histórico-artísticas. Valencia, 2017.
WHANGER,
Alan: “Polarized image overlay tecnique: a new image comparison method and its
applications”, Applied Optics, 1985.
José Antonio Castel
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