El Eros y el Tánatos son conceptos griegos, estudiados por Freud. Ambos conceptos forman parte de los instintos de la vida y muerte, de ese eterno instinto que supone el amor, un instinto o sentimiento que tiende a la unión y a la vida, pero que en ocasiones supone un acto de autodestrucción, o lo que es lo mismo, un conducto hacia la muerte. Es precisamente esta historia la que pretendo contar, así como que esa muerte llevó hacia la falta de reconocimiento hacia Botticelli en su propia ciudad.
Para comenzar, me gustaría destacar
que no existen registros fiables de los últimos años de vida de Botticelli. Lo
único que sabemos es que la miseria y la vejez más la enfermedad lo entregaron
a la muerte en una edad relativamente temprana, a los 65 años. Decrépito e
incapaz de mantenerse en pie por sí mismo, muere un genio de la pintura el 17
de mayo de 1510.
Como última voluntad pidió ser
enterrado a los pies de la tumba de su musa y modelo Simonetta Vespucci, en el
cementerio de la iglesia de Todos Los Santos de Ognissanti (Figs. 1 y 2),
situado en la ciudad que le vio venir al mundo: Florencia (Italia). El
cementerio no existe ya, y el terreno donde estaba ostenta nuevas
construcciones. En esta iglesia únicamente podemos observar el sepulcro de la
bella muchacha, y a sus pies un disco blanco (Figs 3 y 4) que indica los restos
del artista.
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Figs. 1 y 2. Iglesia de Ognisanti, Florencia (Exterior e interior) |
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Figs. 3 y 4. Tumba Botticelli y colaboradora a los pies de la tumba |
Para
conocer el porqué se enterró Botticelli en esta iglesia, debemos saber que el
artista vivió en una casa vecina al palacio de los Vespucci, por lo que pudo
ver a diario a la muchacha, llegó a conocerla bien y fue capaz de reproducir su
rostro incluso después de su muerte. Efectivamente, Simonetta murió joven, muy
joven incluso para la época en que vivió, con tan sólo 23 años. Abandonó la vida
el 26 de abril de 1476 entre los lamentos de toda la ciudad de Florencia. Fue
enterrada en la capilla Vespucci, en la iglesia de Ognissanti.
Esta
joven fue amada por los dos hermanos Medici: Lorenzo y Giuliano. Pero quizá el amor
por Simonetta que más nos interesa a los amantes del arte es el que sintió
Botticelli por la desgraciada joven. La veía a diario, en silencio, en la
distancia, ya que posiblemente su clase no le permitía el contacto con la
noble. Su amor debió de ser secreto, callado, quizá reprimido, pero contaba con
la ventaja que su arte le daba para inmortalizarla en los rostros de sus diosas
y de sus Madonnas. La pintó de mil maneras. Casi todos los rostros de las
mujeres que pintó el genial pintor reproducían los rasgos de Simonetta. Ya la
había pintado para Giuliano en el estandarte con la imagen de Palas Atenea, la
pintó en la Madonna de la granada (fig 5), en la Madonna del Magnificat (fig 6)
y en la Pala de San Barnaba. En todos estos cuadros reconocemos los rasgos de
Simonetta: sus cabellos rubios delicadamente entrelazados en trenzas bellamente
elaboradas, en sus finos rasgos, en su belleza serena y dulce, melancólica,
todavía de niña destinada a morir joven. No obstante, donde mejor la
reconocemos es en la serie de cuadros mitológicos que pintó Botticelli, en su
cuadro de Venus y Marte (fig 7), donde el dios dormido reproduce los rasgos de
Giuliano y nuevamente bajo la forma de la diosa Atenea en el cuadro de Palas y
el centauro. Pero ¿quién no reconoce a Simonetta Vespucci en los cuadros más
inmortales de Botticelli?, ¿quién no es capaz de reconocerla en La Primavera y
en El Nacimiento de Venus?
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Fig. 5. Madonna de la Granada, 1487, pintura al temple. Galería Uffizi |
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Fig. 6. Madonna del Magnificat, 1483-85, temple sobre tabla. Galería Uffizi |
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Fig, 7. Marte y Venus, 1483, temple sobre tabla. Londres National Gallery |
De este modo, podemos decir que Botticelli creó con Simonetta el canon de
la belleza femenina del Renacimiento, de una belleza primigenia y pura.
Botticelli murió 34
años después de la mujer que amó. Nos dice Vasari que:
“Al final, ya viejo y desvalido, se arrastraba con dos muletas, y como no podía
hacer ya nada más, enfermo, decrépito y en la miseria murió […]” (Vasari)
Sin embargo,
siguió enamorado de Simonetta hasta el final de sus días, enamorado de esa
joven que a los 16 años llegó al palacio Vespucci, junto a su casa, para
casarse con Marco. En un último gesto de amor, en un grito postrero de su amor
callado, pidió como único deseo ser enterrado en la capilla Vespucci a los pies
de la tumba de su amada. Y allí todavía yace Botticelli, desde hace siglos
junto a la mujer que amó y que pintó en innumerables retratos que han
trascendido en la historia del arte.
Ahora bien, pese a ser una petición
del artista, resultan sorprendentes las dimensiones de su tumba si las
comparamos con las de otros artistas o figuras relevantes del momento, puesto que
la tumba de este artista posee las dimensiones de una losa de pavimento.
Me gustaría a continuación comparar esta tumba la del gran artista, con
el monumento conmemorativo, a modo de cenotafio (fig 8), de Girolamo Savonarola.
Este fue un religioso dominico, predicador italiano y confesor
de Lorenzo de Medici, que denunció la corrupción romana para así ganarse al
pueblo de Florencia y pretendiendo llevar a cabo una modernización de la
devoción, ya que consideraba que los Médicis, y en concreto el hijo de Lorenzo,
estaba incapacitado para gobernar y había llevado a Florencia al camino de lo
profano. Es por esto último por lo que decidió crear un grupo de intelectuales
llamados piagnone, que lucharon
contra ese espíritu pagano.
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Fig. 8. Monumento conmemorativo a Savonarola, Convento de San Marcos (Florencia) |
Una fecha clave en la
trayectoria de Savonarola y de las artes es 1496. En este año arremete más
duramente contra las artes, teniendo algunos artistas que escoger entre la
pintura y la vida monástica (como es el caso de Baccio della Porta) o
simplemente teniendo que adaptarse los artistas al ideal piadoso propuesto por
el dominico (como es el caso de Botticelli).
La hoguera de 1498 y la
muerte del reformador (fig 9) cambiaron todo, ya que la masa se volvió contra
este y comenzaron toda una serie de manifestaciones de odio. En 1500, el propio
Botticelli, considerado por muchos teóricos como un piagnone, y su “Natividad Mística” testimonian que con
Savonarola o sin él las aspiraciones de felicidad y paz volvían a la ciudad de
Florencia.
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Fig. 9. Quema de Savonarola en la plaza de la Signoria |
Es por todo lo anterior
por lo que resulta sorprendente las dimensiones que el monumento/tumba de este
fraile posee. Se encuentra ubicada en el convento de San Marcos en Florencia y
en concreto en la celda del fraile, la cual parece ser un lugar de
peregrinación para algunos visitantes que la observan como si de un beato se
tratara. Además de esto, posee una placa conmemorativa en la plaza de la
Signoria, lugar donde fue ejecutado.
A modo de opinión, me
parece un tanto indignante que una ciudad que se enriquece gracias a las obras
de Botticelli y a los múltiples merchandaising otorgue a un fraile que hizo
tanto daño a Florencia un trato como si de un héroe se tratara. Es por ello por lo que en la actualidad se
está tratando de llevar a cabo un reconocimiento al artista a través de la
plataforma Change.org en la cual se pretende mediante la recogida de firmas
elaborar una placa conmemorativa que recuerde al hombre y al artista Botticelli como creador
e inspirador de la Belleza absoluta. La placa estaría acompañada de un posible
bajorrelieve con la reproducción de la figura de Sandro. Además, la iniciativa
se enmarca en un contexto de reconstrucción urbana de la vía de la Porcelana
hoy fuera del circuito turístico, aunque situada en el centro. La placa, por lo
tanto, sería un buen punto de partida para seguir un camino tras la pista del
artista, el cual comenzaría en Santa Maria Novella para llegar a través de la
vía de la Porcelana, hasta la Iglesia de Todos los Santos.
Es por ello, por lo que me gustaría
volver a destacar que fueron precisamente el eros y el thanatos los que lo
llevaron a la miseria.
BIBLIOGRAFÍA
HORNE, H. Alessandro Filipepi
commonly called Sandro Botticelli. Londres: G. Bell & sons. 1908
HORNE, P. H. (1986).
Alessandro Filipepi commonly called Sandro Botticelli painter of Florence. Florencia: Scelte.
MANCCINI, M. Los genios del arte: Botticelli Número 29. (B. E. Mundo, Ed.)
Madrid: Unidad Editorial S.A. 2005
RAQUEJO, T. El arte y sus creadores: Sandro Botticelli. Madrid: Historia
16. 1993
VENTURI, A. Botticelli.
(E. FERNANDO SERRA, & E. MORALES FRAILE, Trads.) Roma: Valori Plastici.
1925
DEIMLING, B.
Botticelli. (J. GARCÍA, Trad.) Alemania: Taschen. 2007
WEBGRAFÍA
Change.org:https://www.change.org/p/comune-di-firenze-una-targa-per-sandro-botticelli?utm_content=petition&utm_medium=email&utm_source=campaigns_digest&utm_campaign=376937&sfmc_tk=OqgZ36NknZTQWPF7TtRUfcX5E9UkQEOpiriINPy2tu%2feF%2bnULjBIN0gbvMprmbZe&j=376937&sfmc_sub=470477221&l=32_HTML&u=64569392&mid=7259882&jb=524. (Consulta 01/07/18)
Alba Ferrer
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