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"La Anunciación" Catedral de Santa Tecla (Tarragona). Imagen cedida por el Museo Diocesano de Tarragona |
FICHA TÉCNICA
- Título: La Anunciación
- Autor: Josep Juncosa
- Cronologia: 1674-83
- Estilo: Barroco
- Técnica: Óleo sobre tabla
- Ubicación: Catedral de Santa Tecla (Tarragona)
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La
Anunciación es uno de los momentos más cruciales en el desarrollo de la
historia de la salvación, ya que no sólo explica la aparición de Gabriel que
anuncia una gran buena nueva a la joven, sino que también representa el fiat de
Ella, la aceptación de las palabras de Dios que le transmitió el ángel y la
encarnación del Hijo de Dios. Como también sucedía en la anunciación a Ana, la
Anunciación no podía producirse sin el consentimiento de María. Tanto ella como
su madre tenían un deber con la humanidad y la aceptan, ya que
quieren obedecer los mandatos de Dios. María había sido elegida para ser la
nueva Eva, representante de la humanidad que esperaba la redención de los
pecados.
Lucas
es el único evangelista que hace mención al misterio de la Anunciación. Relata
que el arcángel Gabriel apareció a la Virgen seis meses después de haber
visitado a Zacarías y que ella ya estaba casada con José.
Según
lo relatan los evangelios (Lc 1, 30-33), la acción sucedió en una sencilla y
austera estancia cerrada, donde la joven se retiraba para rezar y se vio
sorprendida por el saludo de Gabriel, quien no la llamó por su nombre, sino que
le dijo Salve, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella, entre sorprendida
y asustada, no acababa de entender por qué tenía esa aparición, pero el
arcángel le dijo:
No
temas, María. Has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y tendrás un hijo, y
le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo. El
Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob,
y su reino no tendrá fin.
Pero
María, aunque no dudaba de las palabras de Gabriel como había hecho Zacarías,
seguía sin comprender por qué había sido bendecida con ese honor si ella había
jurado mantenerse virgen. Ella estaba consagrada a Dios y quería cumplir con
ese deber divino, pero no sabía cómo podría hacerlo. Al escuchar que el
Espíritu Santo interferiría para evitar comprometer su virginidad, Ella
pronunció el fiat y cuando el ángel desapareció, las Palabras de Dios se
hicieron carne en su vientre.
María
se encuentra sentada leyendo cuando se ve sorprendida por el arcángel San
Gabriel, que ha ido a anunciarle la buena nueva acompañado de un séquito de
ángeles. Esta actitud lectora sorpresa de María es la que diferencia esta
representación más recurrente en Occidente, ya que en las representaciones de
la Anunciación en las iglesias bizantinas, ella está tejiendo o sacando agua de
un pozo.
El
arcángel Gabriel está representado como el que Réau llama "el ángel del
lirio", situado frente a la Virgen, haciéndole una media reverencia y que
lleva un ramo de tres lirios blancos en la mano izquierda. El lirio blanco es
la flor representativa de María, que hace alusión a que se mantuvo pura antes
de la concepción de su Hijo, durante el embarazo y después de su nacimiento.
Según
Réau, Gabriel ha sido representado con vestimentas dalmáticas blancas ligadas
al pecho con un broche de oro, pero en esta pintura, el ángel lleva una
vestimenta que recuerda a las del dios griego Mercurio, el mensajero de los
dioses. Se trata de una toga blanca que deja ver la mitad del torso y deja
libre la espalda para las alas, adornada con una banda carmesí.
Para
la altura de las rodillas se deja ver una parte de lo que parece ser una
armadura dorada, cubierta por una tela de un color esmeralda muy sobrio y
calzado con unas botas ricamente adornadas. Este tipo de vestido es muy similar
al mostrado en el cuadro "Mercurio, Herse y Aglaure", obra de
Jean-Baptiste-Marie Pierre, en la que también se puede establecer un
paralelismo entre el ramo de lirios y el caduceo.
Acompañando
el arcángel, un cortejo de seis angelitos ocupan el término superior de la
obra. Ellos forman parte de un cortejo de honor de Gabriel, costumbre que se
introdujo según los dictámenes acordados en el Concilio de Trento. El segundo
angelito del grupo de la derecha sostiene con la mano derecha un pequeño ramo
de tres rosas blancas, de las cuales dos están todavía sin abrir, pero la otra
está totalmente abierta, en la etapa más madura de su crecimiento.
Pero,
¿cuál es el mensaje? La rosa es la reina de las flores y, junto con el lirio,
es una de las flores que representan a María (en la Edad Media se hacían
referencias a ella como "la rosa sin espinas"). La rosa roja es la
representación de la sangre derramada por Cristo para lograr la salvación de
los hombres, pero la rosa blanca es símbolo, al igual que el lirio de pureza y
la inocencia; en este sentido, no hay que olvidar que en el momento de la
Anunciación, María contaba con unos trece años de edad, ergo la inocencia es un
rasgo implícito en los jóvenes que aún no han alcanzado la edad adulta. Esta
mención a la Virgen como rosa también la encontramos en las Letanías
lauretanas.
ANÁLISIS FORMAL
La
escena se divide en dos registros, el inferior y el superior: en el inferior es
donde se establece el diálogo entre el arcángel y María. Él invade la escena
desde la izquierda y establece un contacto visual con ella, que con la mano
derecha hace el gesto de aceptación de sus palabras, de las Palabras de Dios.
El registro superior está ocupado por el seguimiento de seis angelitos que
acompañan al arcángel. Esta escena se ve dividida vez en dos partes, ya que el
centro se ve librado de figuración humana para dejar paso al Espíritu Santo en
su forma de paloma blanca. La paloma, del pico del que salen rayos de luz
(interpretados como la Palabra de Dios) descienden de los cielos con intención
de detenerse en la oreja derecha de María para que se produzca la conceptio por
aurem.
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Fig
2: Registro superior del cortinaje, los ángeles y la paloma.
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La
escena se desarrolla en un marco arquitectónico que no cuadra con la condición
social de María. Parece ser que la irrupción de Gabriel se sucede en un tipo de
terraza, donde ella está leyendo sentada en una estructura de mármol ricamente
trabajada y adornada en lo alto por un cortinaje carmesí que es sostenido por
los tres angelitos de la derecha (que será un rasgo representativo en las artes
plásticas durante el Barroco).
Esta
hipótesis la resume Réau con el hecho de que, en el seno de la pintura italiana
del s.XV, los sucesores de Fra Angelico, utilizaron un marco arquitectónico
fastuoso y ornamentado para demostrar su dominio de la perspectiva, haciendo
que los decorados pasaran por frente al tema representado, el cual quedaba
relegado como un aspecto de menor importancia.
BIBLIOGRAFÍA/WEBGRAFÍA
RÉAU, Louis: Iconografía de la Biblia: Nuevo Testamento. El Serbal, 2006.
Museo Diocesano de Tarragona: http://museu.diocesa.arqtgn.cat/es/
Laura Solé
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